martes, 22 de noviembre de 2011

La paz en el mundo


Este ensayo lo escribí junto a mis amigas Ana Jaso y Ángela Mullor ;)
  
  ¿Se puede hablar de paz mundial si esta no se da a pequeña escala, como en los núcleos familiares o en el propio país? ¿Cómo dar lo que no se tiene?

  Ejemplo de tales países lo fue en su momento la Alemania Nazi como consecuencia del nacionalismo exaltado, y actualmente las revueltas internas de Túnez, Egipto y Libia. Por unos motivos u otros, parece que la única solución a las polémicas suscitadas entre países o en el seno de la propia nación es la guerra; los hombres están demasiado ciegos para apreciar el dialogo o consenso, tan solo atienden a la fuerza bruta. Con el devenir de los siglos el ser humano ha evolucionado en muchos aspectos, no obstante, se mantiene en el más puro estado primitivo cuando se trata de dirimir controversias. Es cierto que los conflictos bélicos son más que simples actos de violencia entre individuos exaltados, se han escrito obras sobre ello, como el “arte de la guerra”, pues es una auténtica ciencia y grandes estrategas como Napoleón pusieron su inteligencia y pericia al servicio de ella. No obstante, ¿Está justificado el ejercicio de la violencia contra personas inocentes?

  Por otro lado, es curioso que en los siglos anteriores los países se declaraban la guerra por temas de honor, de adquirir méritos y colonizar cuanto fuese posible. Mientras que, en la ahora no hay guerras mundiales, ni atrocidades similares a las del nazismo, pero sí continúan otras actividades violentas, como las bandas terroristas, con alguna excepción como el caso de ETA, que recientemente ha anunciado el cese definitivo de su “lucha armada”.  Sin embargo, el hecho de que no existan guerras propiamente,  no significa que haya paz.

   Hoy en día, la semilla del mal crece cada vez más en el interior del propio individuo  movido por el egoísmo, la intolerancia, el orgullo y la ambición. Es por ello, que haya millones de criminales que ya reciban el nombre de maltratadores, violadores, asesinos o descerebrados, incluso políticos y personas con influencia, que hacen lo que les viene en gana, sin mirar qué se llevan a su paso.

  El ser humano, dotado de inteligencia y voluntad, es capaz de realizar grandes cosas en beneficio de la sociedad; no obstante, también está capacitado para realizar el mal. En la historia de la humanidad encontramos ejemplos de personas que lucharon por mejorar el mundo; y otros que abusando de su poder, ocasionaron grandes  masacres.  

  Por todo lo anterior, cabe decir, que la paz es un ideal, una utopía, sin embargo, es posible aproximarse a ella con el esfuerzo de toda la sociedad, concretamente con el trabajo de cada uno sobre sí mismo, ya que si todos tuviésemos buenos propósitos y poseyésemos paz interna, no habría ningún conflicto que solventar. Pero, a efectos reales, pocos son los magnánimos de espíritu capaces de lograrlo, como lo fue en su día la madre Teresa de Calcuta, Gandhi o Nelson Mandela, personas de corazón sabio y plenas consigo mismas.

  Sería conveniente que todos los países del mundo respetaran el artículo 2 del Tratado de la Unión Europea que dice lo siguiente: “la Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías estos valores son comunes a los Estados miembros en una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no discriminación la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre mujeres y hombre”.   

  Si la paz mundial llegase a existir, todos podríamos cantar  “what a wonderful World” de Louis Armstrong y la estancia en la tierra seria igual a estar en el paraíso. 




"Noche negra del alma"

"En la vida hay muchas situaciones comparables con una guerra fría"... Momentos en los que tienes que luchar... callar... pero sobretodo avanzar". Leí esta cita por casualidad en la contraportada del nuevo disco de la cantante Malú, en la sección de "agradecimientos". En efecto, a lo largo de nuestra existencia debemos superar las adversidades y pruebas que van ligadas a nuestra condición de seres humanos; se trata de sobrevivir en el mundo, una lucha que no siempre se puede afrontar, especialmente para los temperamentos más sensibles. En el peor de los casos este sufrimiento puede derivar en depresión y abocar al suicidio. Desgraciadamente, este hecho no es algo aislado o poco común en la sociedad actual; encuestas han demostrado que existe una espeluznante cifra de suicidios al año, 3.381 a nivel nacional.

Este sufrimiento que padecen las personas deprimidas tiene la apariencia de una eternidad, el futuro se oscurece y no queda ni un resquicio de luz ni de esperanza en que vendrán tiempos mejores. La depresión puede entenderse como una enfermedad que consume la existencia al completo, lo llena todo de pena y atrofia la capacidad de razonamiento. Grandes intelectuales han sucumbido a ella; el escritor Stefan Zweig, espectador privilegiado de la naturaleza humana, de sus luces y sombras, de su grandeza y su miseria, de los más íntimos conflictos del alma, acabó con su vida en 1940. Pese a tratarse de mentes increíblemente lúcidas, no están exentos de ser arrastrados por una tristeza que no puede ser contenida por la barrera de su intelecto ni de su sabiduría.

Actualmente la depresión puede ser curada mediante tratamiento médico, sin embargo se trata de un tema problemático por distintas razones, bien debido a los propios sujetos depresivos o a la sociedad que, sin pretenderlo, es insensible a la necesidad de prestar ayuda a quién lo necesita. Debemos tener en cuenta que esta enfermedad va minando poco a poco la razón y el equilibrio mental de quienes la sufren, verdaderamente es una tragedia ya que muchos de ellos están solos, se repliegan en sí mismos y no piden ayuda.

En vista de estos hechos, me parece una vergüenza que haya quien, siendo insensible a este problema, considere el suicidio como ejercicio de libertad suprema cuando la triste realidad indica que es un acto de desesperación que llevan a cabo personas tan psíquicamente destrozadas que están ciegas y no contemplan otra vía para liberarse de su sufrimiento.

Como contraposición a esto, me llama mucho la atención el hecho de que, en los tiempos de paz, los seres humanos no somos conscientes de la fortaleza que podemos llegar a ostentar para sobrevivir en situaciones extremas; los testimonios de quienes han conocido los campos de concentración dan prueba de ello, estas son palabras de Primo Levi, que sobrevivió a Auschwitz: “No sabría hallar justificación para esta confianza en el futuro del hombre que me invade. Es posible que no sea racional. Pero la desesperación sí es irracional: no resuelve ningún problema, incluso crea más y, por naturaleza, es un sufrimiento”. Vemos que este personaje, a pesar del horror que le rodea, conserva una mente lúcida y clara, no cederá a la desesperación, no se lanzará sobre la alambrada eléctrica, sino que sobrevivirá.

La naturaleza es sabia, contamos con mecanismos de defensa insospechados, no obstante, supongo que estaremos de acuerdo cuando digo que prefiero mantenerme en la ignorancia y no verme jamás abocada a recurrir a ellos.


La familia: sustrato de nuestra existencia

        
La familia es un pilar fundamental en la vida de cada persona, no solo durante la infancia y los primeros años de la juventud, sino que es necesaria a lo largo de toda nuestra vida. Contar con el respaldo de una familia cohesionada influye de forma muy relevante en nuestro desarrollo y crecimiento como personas. Nada más nacer recibimos un cariño totalmente desinteresado; ya desde los primeros años de vida somos conscientes de pertenecer a un vínculo familiar y tenemos la esperanza de que siempre habrá alguien que vele por nosotros. De esta manera, un niño querido por su familia, al que se le hayan inculcado valores como la confianza y el afecto, estará en buenas condiciones para enfrentarse a su periodo de juventud y la convivencia con otros seres humanos

Con la llegada de la adolescencia, uno llega a ser verdaderamente consciente de su vida, de cual es la dirección que debe tomar. Este criterio para elegir lo que más nos conviene se ha ido fraguando durante toda la infancia: al darnos una educación, nuestros padres han querido hacer de nosotros personas responsables y verdaderamente conscientes de nuestros actos, que se convertirán en adultos libres.

Cuando finalmente nos lanzamos a la vida, no debemos enterrar el vínculo familiar junto con la infancia, como recuerdos del pasado; la verdad es que nuestros padres nos han dado su cariño infinito desde la primera vez que respiramos, y su amor y fidelidad hacia nosotros no acabara nunca, cometamos mejores y peores actos. Por lo tanto, en los momentos de adversidad, la familia representa un refugio al que acudir, una roca que emerge del mar y que puede salvarnos de ser arrastrados por la corriente del mundo.

Es de vital importancia mantener el contacto familiar, preservar ese vínculo de las circunstancias nocivas de la vida, aprovechar las enseñanzas inculcadas por nuestros padres y perdonar los errores que, como seres humanos, han podido cometer. Ante todo, recordar que siempre podremos contar con su apoyo y que jamás estaremos solos.




"Smells like teen spirit"


¿Es la juventud un tesoro? Lo es, constituye el punto de partida de nuestra propia existencia, de nuestra felicidad.  Si bien no contamos con la suficiente experiencia , sabiduría y aplomo propios de la madurez, tenemos fuerza, curiosidad, sueños, preguntas, ambiciones…  En definitiva, todos vislumbramos nuestro futuro, unos con mayor nitidez, otros de forma más ambigua pero siempre con la misma esperanza en un futuro ilimitado, en la felicidad venidera.

No obstante, como todos los tesoros del mundo, es frágil y puede malograrse si no está en buenas manos. Desgraciadamente, este es el problema de la juventud actual; ¿Qué se puede esperar de un sistema que pretende anestesiar todo pensamiento o idea propia? El mensaje a la juventud podría ser el siguiente: “ si seguís fielmente este camino que hemos trazado para vosotros, os garantizamos una existencia más o menos cómoda y fácil; siempre y cuando, claro está, no se os ocurra recapacitar sobre qué dirección tomar “. En conclusión, la iniciativa propia, la personalidad y el intelecto son carne de cañón en esta sociedad actual; todas esas facultades, si bien no son anuladas del todo se encuentran tan entumecidas que difícilmente pueden preservar a  la juventud de ser manipulada por el poder o las modas.  Reconozco que puede sonar duro pero es así.

 ¿Y cómo se ha llegado a esta situación? La respuesta es bien sencilla, evitando a toda costa términos como “madurez” o “responsabilidad”, no vaya a ser que coarten la libertad de los jóvenes, y tachando de intolerante cualquier pequeño ejercicio de autoridad. Esta falsa tolerancia, lejos de garantizar la libertad, es verdaderamente adoctrinadora. Su política es la de hacer creer a los jóvenes que son tratados como adultos, que disponen plenamente de su libertad, cuando realmente les están negando la educación y las directrices necesarias que harán de ellos individuos verdaderamente libres.

Pese a ser este el panorama actual, es cierto que no habrá ideología ni poder que pueda arrastrarnos si contamos con unas fuertes convicciones e ideas propias arraigadas en nuestra personalidad. De esta forma, nuestras facultades permanecerán despiertas y no formaremos parte de una mole que no avanza, sino que es zarandeada por el poder y los intereses. Es más, actualmente los jóvenes contamos con muchísimos caminos por los que avanzar; vivimos  en un mundo sin fronteras y libre de prejuicios por el que caminar y alcanzar la felicidad.

1º Ensayo autobiográfico


Nací el 6 de julio de 1991 en Pamplona, soy la mayor de tres hermanos. Al nacer pesé 3kg/500gr y medí 51cm y según mis padres era una niña muy tranquila y dormilona. A los tres años comencé a ir al colegio y al mismo tiempo nació mi primer hermano; no recuerdo como experiencia muy traumática mi primer día de colegio, puesto que ya había ido a la guardería.  Enseguida conocí a mis primeros amigos: Ana Lorena, Mikel López, Patricia… es curioso que a unos cuantos  me los haya vuelto a encontrar en la universidad, después de un montón de años sin vernos.

En cuarto de Primaria me llevaron al colegio Miravalles,  este cambio fue el comienzo de una nueva etapa de mi vida, la más larga hasta ahora; en el nuevo colegio aprendí mucho inglés,  matemáticas, literatura… di clases de pintura y me apunté a un taller de relatos; en definitiva, como la de todo el mundo, la mía fue una etapa con altibajos, con momentos muy buenos y otros no tan buenos, pero de la que conservo un recuerdo especial. Los veranos también son una parte importante de mi vida, durante la eso y bachiller hice varios intercambios en Inglaterra;  durante otras vacaciones me dediqué a leer muchísimo,  a aprender un poco de dibujo, cocinar, hacer fotografías, coleccionar libros de decoración y lanzarme a las olas con una tabla de surf en un cursillo de iniciación…

 Tras hacer el examen de selectividad, en el 2009 me matriculé en la Universidad de Navarra, para estudiar Derecho;  he aquí cuando comienza la tercera etapa de mi vida, nuevos amigos, nuevos ambientes, nuevas asignaturas, en general, cambio y mayor apertura de miras. En julio del  2010 hice el Summer  School  Program de la facultad de Derecho de Fordham, en Nueva York; fue una experiencia genial.  Segundo fue un buen año,  más bien duro, pero en el que afortunadamente hice más cosas además de estudiar; durante las Navidades colaboré con una fundación privada que recoge juguetes para niños inmigrantes sin recursos.  Durante el año continué participando junto con mi hermana en la fundación ayudando a niños en sus tareas escolares. Actualmente estudio tercero de Derecho, acaba de comenzar el curso y queda por delante todo un año que, espero, dará mucho de sí.